La delgada línea que separa empresas y personas nos obliga a ser honestos sobre quiénes somos y cuáles son nuestros valores como marca. Ya sea para definir la comunicación externa o lidiar con cualquier conflicto interno, la inclusión en la empresa es fundamental.
Los que trabajamos en empresas con departamentos muy definidos, conocemos el reto que esto supone. Cada equipo se cierra de forma estanca pensado que los otros son su competencia. Y derribar esos muros no es tarea fácil.