El desarrollo de una política de implicación social desde las empresas es más fácil que nunca. La digitalización y las nuevas tecnologías han dado paso a un nuevo entorno donde la participación y la colaboración está al alcance de todos. Y estos valores se están volviendo imprescindibles para el marketing. Ha llegado el momento de que las compañías reflexionen sobre el papel que juegan en la definición de un futuro justo y sostenible en el llamado marketing con alma.
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Estas nuevas tecnologías ofrecen al marketing una oportunidad única para evolucionar. Aprender de los errores del pasado ayudará a imaginar el futuro de la profesión. Pero, para ello, es necesaria una mente abierta y un buen propósito.
¿Por qué apostar por el marketing con alma?
Para crear experiencias completas, los valores compartidos entre marcas cobran importancia. Existe una clara tendencia hacia la humanización de las marcas. Para generar esta humanización hay que atender a sus tres pilares: los intereses colectivos, la escucha activa y la oferta de soluciones. Si, como empresas, queremos generar algo positivo en la sociedad, hemos de rediseñar el futuro.
Ha llegado el momento de darle la vuelta a la frase “esto es Marketing“. El marketing no son estrategias maléficas para vender más. No son “come cocos” que buscan sacarle el dinero a los consumidores. El Marketing es escuchar a los consumidores, ofrecer las mejores soluciones, explicar las cosas de forma correcta. El Marketing es el Alma de la empresa. El alma que escucha a la gente y les ofrece lo mejor para solucionar sus problemas.
Si el marketing es el alma de la empresa, cómo no va a perseguir un futuro sostenible. Pero desde el banquillo de los consumidores todo se ve con una perspectiva diferente. Y grandes multinacionales se han centrado tanto en incrementar sus ventas que se han olvidado del futuro.
En el futuro, las empresas que no sean sostenibles habrán muerto. Paulatinamente vemos una dirección del mercado hacia el cuidado del planeta. No sólo el cuidado físico de los materiales, sino también de las emociones.
Sólo las empresas capaces de gestionar esta desconfianza serán las que otorguen dignidad y autenticidad a sus marcas. Y por tanto, las únicas conseguirán la confianza de sus clientes.
Poner al consumidor como foco de la estrategia no implica hacerlo bien. Hay que poner a las personas, no sólo a los consumidores. El marketing debe integrar una filosofía de trabajo en toda la organización. Debe perseguir la conexión emocional, no sólo cubriendo necesidades sino las expectativas. Tanto de manera interna como de manera externa.
Este modelo de trabajo a la larga genera rentabilidad para la empresa. Hemos de tener en cuenta que no somos ONG, pero no por ello hemos de olvidar el mayor valor de toda empresa: las personas. Ya sean como trabajadores o como clientes, pero sin personas ningún negocio sería viable.
Partiendo de esto, no cabe duda, de que el futuro del marketing está ligado con las emociones. Los consumidores conciben las marcas como una persona más. Y si las marcas lo intentan, pueden hablar el mismo lenguaje que sus espectadores. El mundo necesita del marketing para unir a las personas y a las empresas.
Aun queda un largo camino, pero es nuestro trabajo demostrar que el marketing es mucho más que “estrategias de venta”. Su forma de crear marcas sostenibles es una tendencia cada vez más importante y necesaria en la sociedad. En
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